Por José Francisco Serrano Oceja.

Arturo San Agustín es mucho Arturo San Agustín. Por cierto. Y no es un sinónimo. Y es mucho porque siempre lo fue. Y no solo porque escribe una de las crónicas sociales, periodismo de crónica, puro y duro, mejor trabadas de la prensa escrita –catalana y española, española y catalana-. Los sábados en “La Vanguardia”, por cierto. Lo es porque su cultura se le escapa por entre el cursor. Y eso se palpa. Se toca. De literatura, periodismo, letras, novelas y vino hablamos y tocamos, sinfonía concertante a muchas manos. Lujo, al fin y al cabo.

Arturo, del maestro Arturo, caballero del estilo que es el hombre, teníamos ya algunos libros, y subrayados. Unos habían discurrido por los períodos de la actualidad; otros por los surcos viajeros, Homo Viator. La claves de sus obra escrita son muchas. Una de ellas, la capacidad que tiene de ejercer su misión de hostiario. Perdón, del que abre puertas. Ocurrió cuando nos abrió los portones de bronce del Vaticano. Y ocurre ahora cuando nos abre las puertas de la Abadía santa del vino santo, de la Abadía Retuerta, de la Bodega más fina y lujosa de cuantas habitan en la tierra recia de Castilla, que los tiempos, como diría la santa, también, son recios. Le Domaine se llama, la llaman, la han bautizado. Sí, porque si en clave sacramental hablamos, don Arturo, con esta novela, cuyo título es “Antes de quitarnos las máscaras”, Comanegra editorial, la ha confirmado.

Autor: Arturo San Agustín | Idioma Castellano | ISBN 978-84-16605-29-3 | Año 2016 Edición primera | Páginas 288 pág. | Dimensiones 21 x 14 cm. | Encuadernación rústica con solapas

No seré yo quien haga teología a estas alturas o desvele, vamos, me dedique a hacer spoliers de esta magnífica novela que habla sobre el sentido de lo que convierte la buena vida en vida buena. Ni mucho menos. La magia esté en el vino de media tarde. De lo que quiero escribir es de constelaciones de belleza, conjunciones y conjugaciones en plural de varios elementos primigenios: las personas y la persona, sus máscaras, “prosopon”, persona y personalidad, piscología, que está de moda, y antropología, ciencia con conciencia, edificios, sentido religioso y sentido mitológico; historia y pensamiento; y, sobre todo, fina observación.

Arturo san Agustín tiene, cuando escribe, un agudo ojo clínico. Y eso le permite llevarnos de la mano, acariciar con nosotros nuestros deseos. El vino y la novela, macro y micro relato, todo ello y más en un escenario de máscaras, carnaval de existencia. Modernos y postmoderno.

Es preferible que el lector migre y comience ya la novela. Y se deje llevar por un universo de mixturas, sentido y sensación, mucho más que entretenimiento. Y piense después con una copa de vino en la mano. Y brice, alzada cornucopia, por esta novela. Por muchos años, querido amigo.