Jesús Rojas | Madrid |
Descubrimos, gracias a Ricardo Moreno, que hay una sierra de Madrid más allá de Navacerrada o El Escorial. Un enclave que invita a soñar y que se localiza en el triángulo formado por San Martín de Valdeiglesias, Rozas de Puerto Real y Cadalso de los Vidrios.
Allí, a los pies de la Sierra de Gredos, es fácil caer rendido a los encantos de cualquiera de las 15 de marcas de vino diferentes que se elaboran en la Bodega Cristo del Humilladero, las mismas que cada vez obtienen puntuaciones más altas en prestigiosas guías como Peñín o Parker y que hablan de los viticultores que llevan trabajando de estas tierras desde 1956.
Para conseguir charlar un rato contigo acerca de este proyecto en plena Sierra de Gredos, he tenido que, literalmente, bajarte del tractor. ¿Cuál es tu papel exactamente en esta bodega con tanta historia?
Soy el enólogo, el presidente, el que repara las averías,… ¡hago de todo un poco! (Risas) Y esto es así desde hace 17 años, aproximadamente.
¿Y cómo funciona esta bodega tan particular?
No es una bodega al uso, actualmente la componemos 120 socios. Cada uno tiene su pequeña parcelita en Cadalso, que es un paisaje impresionante que podría estar perfectamente en Galicia. Y allí se encuentran los viñedos, en medio del bosque, rodeados de pinos, robles, encinas, castaños,… ¡Hay una diversidad brutal! Todo eso en una zona que está a unos 1.000 metros de altura. Es lo que hace que aquí los inviernos sean muy fríos y que luego, en verano, no haga tanto calor como en el resto de Madrid.
«Hasta los años 50 se fabricaba vidrio aquí en el pueblo y tengo que decir que rivalizaban con los de La Granja. De hecho en los mejores museos del mundo te encuentras vidrio de Cadalso en algunas colecciones».
Y a nivel de suelos, ¿qué nos encontramos en Cadalso de los Vidrios?
Pues, fíjate, en este espacio tan pequeño se identifican 4 zonas edáficas totalmente diferentes. Y luego con el clima pasa algo parecido, hay zonas muy diferenciadas. Por eso empezamos a vendimiar a principios de septiembre y terminamos a finales de octubre. Ten en cuenta que son producciones muy pequeñas, prácticamente podríamos hablar de vinos de parcela.
Háblame un poco de esos vinos, que además veo que tienen unos nombres de lo más curiosos. Es el caso de Matarratones…
Pues son vinos de muy buena calidad que tienen su historia y los nombres vienen del entorno. Matarratones, por ejemplo, es una finca. Y de hecho es una finca con una historia muy especial. Y es que, aunque ahora es la garnacha la variedad más típica de esta zona, en los siglos XVII, XVIII y XIX era el listán negro. Y lo que ocurrió fue que, cuando apareció la filoxera, a la gente le dio por arrancar los viñedos de listán para sustituirlo por garnacha. Pero lo cierto es que quedaron algunas plantas de listán que yo fui recopilando y las llevé hasta Matarratones, y de esa forma conseguí que esa variedad que había sido predominante no se llegase a extinguir. Y no te creas que ha sido fácil acertar con ese vino, nos ha llevado mucho tiempo. Pero estamos muy contentos con el resultado.
Teniendo en cuenta vuestra ubicación me imagino que el enoturismo será uno de vuestros pilares fundamentales.
Por supuesto. Por un lado, ofrecemos la visita a la bodega, que es un edificio de piedra con un encanto especial que, además, tiene la peculiaridad de contar con depósitos cilíndricos de hormigón que no son nada habituales en la Comunidad de Madrid. Gracias a esos conos se consiguen fermentaciones espectaculares y los depósitos quedan libres de resina. También disponemos de una zona con depósitos de barro -tinajas que han llegado de distintas partes del país a lo largo de los años- y una sala de barricas que a la suele le suele gustar mucho conocer. Seguidamente, el guía te acompaña a EntreTinajas, un pequeño restaurante que funciona como sala de catas, donde el visitante degusta una serie de vinos.
Hasta aquí, lo que ocurre dentro de la bodega. Pero me imagino que aprovecharéis de alguna manea ese paisaje que os rodea.
Claro, de hecho son muchos los que vienen para disfrutar de la salida al campo, con o sin comida. Pero lo que lleva la experiencia a un nivel superior es la ruta a caballo, que te permite dar un paseo por una zona muy bonita antes de la visita a la bodega.
Y lo más importante, ¿la gente se empieza a animar con las visitas?
No nos podemos quejar, incluso con la pandemia hemos seguido funcionando muy bien. Los fines de semana estamos siempre llenos. Ten en cuenta que los precios son muy populares y lo que ofrecemos es una experiencia familiar muy completa. Gracias a las características de nuestras instalaciones, los niños también se lo pasan fenomenal mientras sus padres disfrutan del turismo de la visita a la bodega.