Director de Enoturismo 360º
A lo largo de estas últimas semanas he tenido la posibilidad de analizar diferentes proyectos de enoturismo para bodegas y centros de turismo relacionados, de una forma interna. De nuevo, la proyección puede ser grande, pero los dos grandes problemas son la formación y la calidad. Después llegará el de la comunicación. Un aspecto que sigue siendo deficitario a mi entender en muchos de los proyectos.
Desde el punto de vista de la formación, cada vez hay un mayor número de profesionales al frente de los proyectos enoturísticos en nuestro país, pero todavía son muchos los que no están especializados, los que tienen déficits de formación para el desarrollo profesional que realizan. No es culpa de los empleados, de los dueños que se ponen al frente, es un problema estructural. La concepción de empresa familiar se ha desarrollado y ha llegado a esta nueva dimensión.
La solución pasa por tener formación especializada y de calidad en este sentido. Las bodegas y los centros de turismo del vino tienen que ser conscientes de que este nivel empresarial tiene que ser concebido como uno y único.
Nuestros empleados deben ser personas formadas y especializadas en el turismo del vino. No vale cualquiera para comunicar y para contar lo que nos hace especiales. Las empresas tienen que ser conscientes de que esto ya no es algo que complementa lo que hacemos, sino algo que supone un aspecto principal.
Y en esta línea, las empresas del sector también tienen que ser conscientes de que la calidad es importante. Por eso hablábamos de dos aspectos. El enoturismo debe ser uno, porque está al margen de todo el desarrollo empresarial paralelo. Es una unidad de negocio particular y así debe ser considerado en el nivel económico, financiero y comercial.
Por otra parte, también debe ser único. Este aspecto, aún tiene mayor calado. El enoturismo que debemos de plantear debe ser especial y lo debemos de concebir como la mejor imagen de marca que existe. Una buena experiencia enoturística en la bodega, en el viñedo, en las instalaciones, con nuestros vinos, con nuestro personal puede hacer que se compre mucho en la tienda abierta a tal efecto, pero también será el mejor clima de fidelización con la marca. Los visitantes la seguirán buscando donde vayan para poder seguir disfrutando de aquellos vinos que les sorprendieron y que tan buena experiencia les hizo pasar.
Nada de todo esto que establecemos sobre la formación y la calidad del producto tiene sentido sino llegamos al público objetivo que queremos. El otro día me pasaba de forma personal por una oficina de turismo, lo suelo hacer haya por dónde voy, y no encontraba toda la información que me hubiera gustado sobre visitas y posibilidades enoturísticas en la zona.
Cuando visito un lugar, llego a la oficina de turismo para informarme de que es lo más interesante que se puede visitar o aquellos aspectos que no he podido ver de forma clara a través de internet y quiero consultar. Además, hago un barrido por la comunicación y el marketing que allí está presente en torno al turismo del vino. Falta mucho, en muchos sitios y de muchas maneras. Esa es la conclusión.
Esta última afirmación lleva a otro razonamiento. Lo que no se da a conocer, lo que no se comunica, lo que no se vende, no existe. Esta es la realidad del enoturismo en muchos lugares de nuestro país. Nos faltan productos de calidad, nos falta formación y nos falta contar donde el visitante puede ir a disfrutar de uno de los mayores aspectos diferenciadores de la cultura en nuestro país, el vino.
Sumemos al #SOSVino o al #MovimientoVinoDO algo más que un postureo y unas campañas que difunden la cultura del vino de forma poco directa. La comunicación de los #winelovers es muy diferente hoy a la de las personas que no tienen ni idea de vino y a las que se las puede conquistar. Esa es la campaña, día a día. Por el enoturismo, por la cultura, por la gastronomía y por el vino.