Rodeada de horizontes infinitos en los que nunca quiere ocultarse el sol, Medina del Campo alza su silueta en la llanura castellana como mantenedora de un secular legado histórico y cultural. La también conocida como la Villa de las Ferias por su tradición comercial fruto de los privilegios obtenidos hace siglos, despliega su entramado urbano, declarado Conjunto Histórico-Artístico, para recrear espacios cargados de simbolismo en los que viajar en el tiempo es posible, como posible es disfrutar de buenas viandas y de excelentes vinos legendario.
La esencia medinense está indisolublemente ligada a las huellas de los personajes que pisaron sus calles como los Reyes Católicos, especialmente la reina Isabel quien vivió, dictó su testamento y murió en esta insigne villa y a la que siempre manifestó un profundo afecto, un vínculo que hoy se revive recorriendo al ruta “Caminos de una Reina”. Pero la nómina de los ilustres personajes que han escrito algunas de las páginas más importantes del libro de la historia de Medina del Campo no termina aquí. Bernal Díaz del Castillo, Simón Ruiz, San Juan de la Cruz, Fernando de Antequera, Cristóbal Colón o la mismísima Santa Teresa de Jesús, quien en su primera visita tuvo un encuentro inesperado con una manada de toros bravos recorriendo las calles de la villa camino de su encierro, han dejado un marchamo cultural incontestable en “la muy noble, muy leal y coronada villa”.
Este legado también se manifiesta de forma contundente en su patrimonio arquitectónico con el castillo de La Mota como máximo exponente, sin olvidar el Palacio Real Testamentario, la colegiata de San Antolín, las Reales Carnicerías, iglesias de todos los estilos, conventos, palacios y mil y un detalles que jalonan las cales del casco antiguo. Todo en su conjunto imprime carácter propio a la villa, algo que se palpa tanto en la vida cotidiana como en las fiestas que se viven con pasión como los Encierros Tradicionales, documentados desde hace seis siglos, o en las celebraciones más sensitivas como su Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional y en la que procesionan magníficas tallas que la convierten en un auténtico museo renacentista al aire libre, de la cual se puede tener un conocimiento más detallado en el Centro de Interpretación Huellas de Pasión.
Pero Medina del Campo atesora más sorpresas. Más allá de los regios episodios históricos que le han dado valor universal, se esconde un mundo subterráneo de galerías en forma de bodegas excavadas hace cientos de años, siendo algunas visitables. Y es en estos espacios, muy comunes también en otras localidades próximas, donde se empezó a trabajar el arte vinícola de elaborar el vino blanco por excelencia: el verdejo, un caldo vivo, fresco y con genuina personalidad.
Once siglos de vinos legendarios
Situada en el corazón del territorio vinícola que forma la DO Rueda, junto a un paisaje alterno de campos de cereal y de viñedos, mantiene su fidelidad a la tradición productora, siendo uno de los municipios que desde el primer momento impulsó la creación en 2013 de la Ruta del Vino de Rueda, formando ya parte del selecto Club de Producto de Rutas del Vino de España.
Después de 1.100 años de tradición vinícola, desde que el rey Alfonso VI repoblase estas tierras con gentes de otras latitudes, entre los que se encontraban mozárabes a quienes se les atribuye la incorporación del cultivo de esta variedad en este rincón de la meseta, han hecho que la variedad verdejo y que la DO Rueda tengan un reconocimiento mundial por la altísima calidad de sus vinos blancos. Y esto también es un importantísimo legado cultural, pues detrás de cada vino hay mucha sabiduría, una pequeña o una gran historia que contar, un paisaje por recorrer y, sobre todo, una gran experiencia por disfrutar.
Desde bodegas familiares con mucho conocimiento en la elaboración del vino hasta grandes grupos bodegueros con importante presencia internacional y la tecnología más avanzada, las bodegas de la Ruta del Vino de Rueda ofrecen un magnífico catálogo de posibilidades para enamorarse del maravilloso mundo del verdejo.
Tal es la calidad del fruto de esta tierra cascajosa que el famoso “dorado” de Rueda se convirtió con Isabel la Católica y Carlos V en el vino blanco más demandado y consumido por todos los estamentos sociales de la época, obligando al Estado a dictar unas normas y establecer unos aranceles que asegurasen el abastecimiento de estos vinos legendarios. Todo el saber y la experiencia de siglos se ha transmitido de generación en generación para mantener y mejorar la esencia de la personalidad de los vinos de Rueda, pero sin renunciar a la modernización y la adaptación a las exigencias de los millones de adeptos en todo el mundo, lo que se traduce en una evolución de los antiguos vinos golosos y complejos a caldos frescos y afrutados de la actualidad.
Hoy la DO Rueda, con una producción de más de 100 millones de botellas al año, está considerada como una de las más vanguardistas e innovadoras del mapa productor español y Medina del Campo es el epicentro ideal desde el que recorrer este territorio lleno de sensaciones placenteras y pedagógicas. La cultura del vino se extiende por el territorio a través de sus vinos legendarios