Jesús Rojas | Madrid |
Hablar de CVNE (Compañía Vinícola del Norte de España) es hablar de grandes vinos, de historia, de reconocimientos,… Pero, sobre todo, es hablar de una familia. Y es que desde 1879, que fue cuando llegaron a Haro los hermanos Real de Asúa, esta emblemática bodega del Barrio de la Estación no ha hecho más que dedicarse en cuerpo y alma a la elaboración de vinos  artesanales y tradicionales que hoy en día puedes encontrar en más de 90 países.

Ahora, con la quinta generación al frente, muy bien representada por los hermanos Víctor y María Urrutia, continúan inmersos en esa imparable expansión, pero sin perder de vista sus referentes y mostrando un enorme respeto por sus antepasados.

Fuera de nuestras fronteras se suelen referir a España como “el mayor viñedo del mundo” y sin duda CVNE es una de las bodegas que más ha contribuido a nuestro prestigio internacional.

Nosotros no somos conscientes de todos esos piropos que nos acabas de echar, pero sí que es verdad que tenemos 140 años de historia y que somos la quinta generación de una empresa familiar a la cual yo tengo el honor de pertenecer. La bodega la fundan mis tatarabuelos, que eran de Bilbao pero decidieron mudarse a La Rioja por motivos de salud. Y al poco tiempo decidieron dedicarse al negocio del vino teniendo siempre como objetivo poder hacer un gran vino, algo que ahora suena muy normal pero sonaba demasiado ambicioso en aquella época. Esa ha sido siempre nuestra filosofía y lo que nosotros estamos intentando ahora es darlo a conocer en todo el mundo, que ese excelente vino llegue a todas partes.

Y hace apenas unos meses se confirmaba ese reconocimiento a través del premio con el que vuestra bodega se colaba entre las diez más admiradas del mundo. ¿Qué tal sientan estos halagos?

Muy bien, pero tenemos muy presente lo que somos y somos muy conscientes de todo lo que representa ese nombre tan complejo de Compañía Vinícola del Norte de España. Las personas que vamos pasando por aquí vamos cambiando pero nuestra esencia y nuestros vinos son los que perduran. Es una gran responsabilidad mantener ese legado y nuestra misión es que siga creciendo y que se lo podamos transmitir a las siguientes generaciones.

Además, creo que las vuestras son de las pocas bodegas centenarias que hoy en día siguen en manos de sus fundadores. ¿Por qué crees que es tan complicado encontrar ejemplos como el vuestro en la actualidad?

Yo creo que esto es algo que afecta no solo a las bodegas sino a todo tipo de empresas. Es el paso generacional, que en nuestro caso es verdad que siempre ha estado toda la familia involucrada. Aunque también tengo que decirte que es muy importante contar con un buen equipo a tu alrededor, y nosotros lo tenemos para cada uno de los departamentos. Todos son expertos en su materia, se han formado para ello.

María Urrutia es una mujer en un, aunque cada vez menos, mundo de hombres. De hecho creo que esto ya no es noticia hoy en día, ¿crees que hemos llegado ya a ese punto en el entorno de los vinos?

Estoy totalmente de acuerdo, ya no es noticia. Para que te hagas una idea, tanto dentro de nuestro departamento enológico como en el campo, las mujeres han tomado el mando.  Creo que hoy en día el tema está bastante equiparado y hay hueco para todos.

Se dice que la quinta generación de CVNE ha traído esa savia nueva tan necesaria para llevar a cabo el proceso de expansión a nivel internacional.

En esto estamos involucrados mi hermano Víctor, que es el CEO de la empresa, y yo. Ahora mismo estamos muy enfocados en que nuestros vinos sean conocidos en todo el mundo y en seguir creciendo. Ten en cuenta que ya contamos con 7 bodegas distribuidas por España, 4 de ellas en Rioja (CVNE, Imperial, Viña Real, Contino) y el resto repartidas entre Ribera del Duero (Bela), Valdeorras (Virgen del Galir) y Cava (Roger Goulart). Todas ellas son bodegas con historia y una raíz, son las dos premisas que tenemos siempre presentes.

Y por si todo esto fuera poco habéis incorporado recientemente el castillo medieval de San Asensio a vuestra oferta enoturística.

Sí, estamos muy ilusionados con este proyecto. Tiene que ver con el hecho de que nosotros nos sentimos embajadores de los vinos de España, por eso hemos decidido incorporar el Castillo de Davalillo. Es un edificio emblemático situado cerca de Briones que se estaba derrumbando y que decidimos comprar a la familia propietaria para restaurarlo y devolverle el esplendor que tuvo en su día. Buscamos mantener nuestro patrimonio en una de las zonas donde hemos estado especialmente ubicados históricamente. Y la idea es que se pueda visitar y que la gente pueda conocer todo lo que Rioja tiene de especial.

Pero hasta entonces me imagino que aún queda mucho por trabajo por hacer.

Claro, con este tipo de proyectos tienes que ir muy de la mano con las instituciones. Ahora hemos podido avanzar hasta la segunda fase, que es la que tiene que ver con la consolidación del castillo. Ahora la prioridad es evitar el derrumbamiento, por lo que estamos reponiendo piezas de sillería que se han ido cayendo con el paso de los años, hemos construido un camino de acceso para poder llegar con vehículo al castillo, que hasta ahora no existía y, además, estamos llevando a cabo una excavación arqueológica en el patio de armas para ver cómo podemos intervenir manteniendo al máximo la esencia de la construcción original.

Otro de vuestros grandes atractivos en materia de enoturismo es que ofrecéis la posibilidad de visitar la bodega en plena vendimia, uno de los momentos más especiales que se pueden vivir dentro de una bodega.

Así es, de hecho empezamos hace un par de semanas a meter uva. A mí me gusta recomendar especialmente la visita a Viña Real, sobre todo para aquellos que no son muy entendidos del mundo del vino. Es muy impresionante presenciar cómo se elabora el vino desde que entra la uva en la tolva, cómo cae en los depósitos inoxidables que hay debajo,… Es algo que recomiendo absolutamente porque, por mucho que te lo cuenten, no es lo mismo vivirlo en primera persona.

Y pensar que hace poco bodegas como las vuestras estaban cerradas a cal y canto…

A mí me sigue llamando mucho la atención ver a gente disfrutando de un vino en la bodega cuando meses atrás el escenario era desolador, no entraba nadie. Se me dibuja una sonrisa en la cara cuando veo que tanto el turismo nacional como el internacional se ha volcado con el enoturismo. Antes de verano teníamos dudas acerca de si la gente querría o no hacer visitas a las bodegas después de la pandemia, pero ha quedado más que demostrado que quieren volver a disfrutar de todo lo que podemos ofrecerles.

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