Jesús Rojas | Madrid |
400 años después, las ventanas del vino vuelven a ponerse de moda en la Toscana a raíz de la crisis sanitaria del Coronavirus. Estas pequeñas ventanas en los muros se usaban para entregar el vino a los clientes en tiempos de la peste.

Con la llegada del Covid-19 vuelven a utilizarse aquellas pequeñas ventanas a través de las cuales se podía comprar una copa o botella de vino directamente de su productor, sin necesidad de mantener contacto alguno.

Son las buchette del vino florentinas (ventanas del vino), una curiosidad arquitectónica propio de la Toscana cuyo uso está resurgiendo gracias a la asociación cultural Buchette del Vino, dedicada a dar a conocer y preservar este curioso patrimonio cultural cuyos orígenes datan de 1624, coincidiendo con una oleada de la peste bubónica.

Foto: Buchette del Vino.

En aquel momento, resultaron muy útiles para seguir vendiendo vino y, al mismo tiempo, prevenir los contagios. Ahora, además, los afortunados que disponen de una  de esas ventanas que quedan en la ciudad de Florencia añaden a la oferta refrescos o helados. 

Es el caso de la heladería florentina Vivoli, que utiliza su buchette para vender su gelato o dispensar cafés. Otras locales de la ciudad, como la Osteria delle Brache o la Babae la utilizan para su propósito original, vender vino, a la vez que mantienen la distancia de seguridad con los clientes.

Foto: Buchette del Vino.