Jesús Rojas | Madrid |
La bodega peñarandina, situada en una de las mejores zonas vitivinícolas del mundo, está construyendo un centro para las visitas a sus instalaciones que ha conllevado una inversión de 100.000 euros y que sigue el criterio de autosuficiencia y nula huella de carbono.

Esta bodega, que toma su nombre del enclave donde se ubica en Peñaranda de Duero, ha comenzado las obras de otro de los pilares de su proyecto: un espacio pensado para el enoturismo que debería abrir sus puertas de cara a la primavera.

En palabras de Jaime Postigo, CEO de Bodega Bosque de Matasnos, «el proyecto que tenemos es tratar de buscar dentro de finca un lugar en el que pueda probar los vinos y tener un lugar de relajación porque va vinculado a todo lo que es el proyecto de la bodega Bosque de Matasnos en el que, además del vino, está la explotación ganadera, la plantación de trufa, el huerto y de lo que se trata es de hacer un enoturismo de kilómetro 0 y sostenible».

Se trata de ofrecer un nuevo servicio a los visitantes que «tiene como objetivo mantener los criterios de toda la visión que tenemos en Bosque de Matasnos, que sea autosuficiente y cero huella de carbono, por lo que va con energía renovables y autosuficiente en las necesidades de agua y en generación y consumo eléctrico», matiza Postigo.

Cabe recordar que esta bodega cuenta con una superficie de 2.500 m² en los que se ubica la nave elaboradora y que se ha diseñado buscando la integración dentro del bosque para no interferir con el entorno. Se trata de una edificación 100% autosuficiente para la que se han utilizado materiales de alta calificación energética. Además, todo el consumo que produce la actividad lo genera la misma bodega, con el agua proveniente de un pozo, la electricidad de placas solares y la energía térmica de la biomasa que procede del propio bosque. Es así como se logra una reducción máxima de la huella de carbono.