Las bodegas de la D.O. Manchuela ofrecieron ayer sus vinos en el Hotel Miguel Ángel de Madrid donde se celebró, organizado por la revista especializada Mi Vino, el Salón de «Encuentros del Vino» al que acudieron once bodegas de Cuenca y Albacete pertenecientes a esta denominación y por el que pasaron más de 800 visitantes.
Ubicados entre las provincias de Cuenca y Albacete, los vinos de la D.O. Manchuela llevan la marca de los valles del río Júcar y Cabriel. De allí llegaron a la capital de España la bodegas que participaron en los Encuentros: Altolandon, Bodega Andrés Iniesta, Bodegas Antares (Ntra. Sra. de la Estrella Soc. Coop. CLM), Bodega y Viñedos Moratalla, Bodegas y Viñedos Ponce, Bodegas U.C.I. (Unión Campesina Iniestense), Bodegas Vitivinos, Cien y Pico, Cooperativa del Campo San Isidro (Alborea), Finca El Molar, Pagos de Familia Vega Tolosa.
El origen de los vinos de Manchuela
Detrás de esa carretera llana y aparentemente monótona que atraviesa La Mancha se esconden muchas sorpresas. Unas cuantas hileras de pinos y un suelo entre calizo y arcilloso pero molido como arena, reluciente, agreste, son la primera imagen de una región vinícola inmensa, entre Albacete y casi Teruel, entre Cuenca y Valencia, atravesada por la belleza plácida del río Júcar y los acantilados del Cabriel.
Una extensión inmensa, de más de 70.000 hectáreas, pero de las que menos del 10 % están adscritas a la Denominación de Origen nacida muy recientemente, en el año 2000.
Eso sí, las 34 bodegas que conforman la Denominación de Origen Manchuela, desde ejemplares cooperativas hasta cuidadísimos caprichos personales, son la muestra más excelsa de las variedades tradicionales Moravia, Garnacha Tintorera, Albilla… y sobre todas, la excepcional Bobal, que medra aquí a sus anchas, con una inmejorable calidad, cultivada entre 600 y 1.100 metros de altura, en un secano inclemente -es decir, las condiciones ideales para uvas de vino- en el que perviven milagrosamente cepas centenarias.
Con esa materia prima y con el trabajo y la fe de bodegueros inquietos, la D.O. Manchuela crece y sus vinos sorprenden por su originalidad y calidad en los más importantes certámenes internacionales. Grandes premios y puntuaciones, grandes vinos, un gran territorio con un largo pasado y un futuro enorme.