Jesús Rojas | Madrid |
La rica y variada gastronomía de Tarragona, basada en la dieta mediterránea, se convierte en el maridaje perfecto para los vinos de la DO Tarragona y unas rutas enoturísticas que permiten al visitante recorrer las comarcas del Tarragonès, Alt y el Baix Camp y la Ribera de Ebro.

Unos itinerarios que te llevan desde el corazón de la Costa Dorada hasta la orilla del río Ebro y desde la época romana hasta el modernismo a través de tres rutas bien diferenciadas.

enoturismo Tarragona

Ruta por la Ribera d’Ebre (Riu Ebre · Reserva Natural de Sebes · Centro histórico Móra d’Ebre · Castillo de Miravet · Castellet de Banyoles), que incluye la visita a las bodegas Vins Suñer, Molí de Rué, Celler Pedrola, Lafarineravins y Biopaumerà.

Ruta del Modernismo de Reus a las Playas de la Costa Dorada (PortAventura World · Cambrils · Castillo d’Escornalbou · Reus modernista · Ermita de Puigcerver · Siurana · Prades), parando a visitar las bodegas De Muller, Emilio Miró Salvat, Mas del Botó, Celler Sort Del Castell y Vinyes del Terrer.

Ruta de la Tárraco Romana a las bodegas modernistas del Alt Camp (Els Munts · Tárraco Romana · Centcelles · Centro histórico Valls · Monasterio de Santes Creus · Santuario de Montserrat), con paradas en las bodegas Padró i Familia, Celler Mas Bella, Adernats – Catedral del Vi, Celler Sanromà, Cellers Blanch, Vins i Caves Vives Ambròs, Mas Vicenç, Vinya Janine y Estol Verd Celler.

Como complemento a su enoturismo y a ese legado arqueológico de la Tarraco romana, la ciudad también seduce por su gastronomía, que sabe a mar, en la que se alza como plato estrella el romesco, un guiso de pescadores con un siglo de historia.

Son muchos los que consideran que sentarse a la mesa frente al mar en el barrio marinero del Serrallo o en cualquier coqueto restaurante de la Part Alta (el casco antiguo) es un auténtico regalo para los sentidos, sobre todo después de visitar los monumentos más emblemáticos de Tarragona.

Por eso este verano, Tarragona se postula como uno de los destinos turísticos más atractivos, gracias en parte a esa dieta mediterránea que ya es uno de los tres Patrimonios de la Humanidad que atesora la ciudad, junto al legado arqueológico de la Tarraco romana y los castells.

Y no hablamos solo del romesco, sino de una variada oferta de restauración que te lleva a conocer la Part Alta (casco antiguo), donde la gastronomía se fusiona con la historia de la mano de diversos restaurantes que contienen restos arquitectónicos romanos, como Les Voltes (bajo tres bóvedas del Circo de Tarraco), Pulvinar (con parte de la bóveda perimetral de la estructura del Circo), Seasons (con parte de la bóveda perimetral del gran Foro Provincial), AQ (con restos romanos de la zona de culto del Foro Provincial), Barhaus (con un muro de sillares del Foro Provincial en un comedor privado) o Els Arcs, entre arcos góticos del siglo XIV.

El vino tarraconense, complemento perfecto

Y no podemos olvidarnos de los vinos DO Tarragona, que vendrían a poner la guinda a la experiencia. Por un lado está el Camp de Tarragona, donde se producen vinos blancos muy suaves, equilibrados, aromáticos y afrutados. Y en la Ribera d’Ebre encontramos predominantemente vinos rosados, frescos y de color cereza, además de tintos que armonizan el cuerpo y el color de la cariñena y la riqueza de la garnacha.