Jesús Rojas | Madrid |
Con motivo del lanzamiento de Amontillado Ginger, el cóctel de moda este verano en Córdoba que se propone triunfar también en Madrid o Barcelona, nos hemos sentado con el sumiller Santi Carrillo. ¿Quién mejor que este embajador de los vinos D. O. Montilla Moriles para descubrirnos los secretos que esconde este refrescante “long drink”?

Santi Carrillo es sumiller de Corral de la Morería, cuyo restaurante gastronómico fue reconocido con una estrella Michelin en 2019.

¿Quién te iba a decir a ti que el amontillado casaría tan bien con el Ginger Ale?

En realidad, hay gente en Córdoba, como José Ropero, que lleva tiempo investigando en esta dirección, se ha trabajado mucho en el tema de la coctelería con vinos generosos. Pero lo cierto es que este tipo de vinos, si retrocedemos en el tiempo, siempre han sido un buen recurso para el arte de la mezcla. Tanto en Jerez como en Montilla. Es el caso del Candié, un oloroso al que se le añade yema de huevo y azúcar, o el Bristol Milk, de donde surge el Cream. También tenemos el ejemplo del rebujito, que no deja ser un cóctel light. O el Valgas, que viene de la unión de Valdepeñas con gaseosa. Son mezclas que se llevan haciendo toda la vida.

¿Y qué es lo que tiene este vino generoso propio de Montilla para que haga tan buenas migas con esa bebida a base de agua mineral, jengibre, azúcar y limón?

El amontillado siempre se ha caracterizado por su versatilidad, es algo que está ahí desde su crianza. Ten en cuenta que dentro de él conviven los dos tipos de crianza: la biológica y la oxidativa.  En el caso del Amontillado Ginger, se suelen usar amontillados jóvenes, que pueden tener desde los 12 o 15 años de crianza del Amón de Bodegas Delgado hasta los 25 o 30 años del Gran Barquero o La Inglesa. Lo importante es conseguir ese equilibrio en entre el ácido seco y el dulce.

Esta acción viene a poner de manifiesto, de una forma fresca y atractiva, que algo está cambiando en Montilla Moriles.

Desde el Consejo Regulador Montilla Moriles, con la entrada de personas como Enrique Garrido, se está haciendo un trabajo muy importante. Durante muchos años los cordobeses hemos sido demasiado críticos con nosotros mismos, apreciando más lo que venía de fuera que lo nuestro. Ahora ha entrado una nueva generación que se está preocupando por hacer marca, apostando por la máxima calidad.

Buenas noticias para los amantes de los generosos, algo que parecía exclusivo de Jerez hasta hace poco.

Hay espacio para los dos. A mí me gusta decir que Montilla Moriles y Jerez son un mismo cuerpo con dos almas diferentes. Lo bueno es que Montilla ahora empieza a creérselo. Y eso es algo que me hace muy feliz. Ten en cuenta que yo soy un enamorado de mi tierra (Andalucía) y de sus vinos. Ya sean de Córdoba, Jerez, Málaga o Huelva.